Está claro que Argentina necesita recortar gastos para tener equilibrio fiscal, no puede financiarse con deuda, es poco creíble en el mercado, con un historial de romantizar el default como hizo un político imprudente. También debe aumentar ingresos, sin ahogar impositivamente al contribuyente, entre un país con una baja presión fiscal y un modelo nórdico, hay un intermedio que es un poco más racional. Pero ese equilibrio fiscal no puede lograrse quitando herramientas para el desarrollo. En un país de las dimensiones de la Argentina, debe existir un mayor desarrollo de trenes eléctricos, que sean más eficientes para el transporte de pasajeros y de cargas, y quizá aspirar con los (TGV), como los que tiene Francia con su exitosa empresa pública de trenes (SNCF). En cuanto al exceso de empleo público, tanto en el Estado, como en muchas de sus empresas, debe corregirse con programas de concursos abiertos, democráticos y transparentes, como el Uruguay Concursa, para que las personas que ingresan a trabajar en el Estado y sus empresas, sean idóneas, no que ingresen por acomodos. Y en el caso del empleado público que cobra su sueldo sin ir a trabajar, deberá ser expulsado del Estado. Cuando el contribuyente ve que sus impuestos terminan en ñoquis o en acomodos, se le falta el respeto al contribuyente. Actualmente, los acomodos en el Estado siguen sucediendo, incluso en la administración Milei, que dice luchar contra una casta, pero que reitera y repite sus prácticas, propias de toda la clase política argentina. El Belgrano Cargas no debe ser privatizado, sino mejorado, el transporte de logística, debe mejorar con capitales nacionales privados, y con otro 50% del Estado. La logística, tanto por motivos de exportación de granos y minerales, como así también para elementos bélicos, no puede quedar en manos de capital extranjero por motivos geoestratégicos. No porque la Argentina sea un país belicista, ya que sus disputas territoriales las resolverá a través de la diplomacia, no siendo un irresponsable como Galtieri que planteaba hipótesis de conflicto. Pero pongamos un ejemplo, supongamos que sí existiese una guerra mundial, y la empresa dueña de los trenes, fuese participante del conflicto, de uno u otro lado, eso puede condicionar tu poder de decisión, en términos de política exterior, por presiones, condicionamientos de renovar o no un contrato de trenes, en función de que sí tu país actúa o no de determinada manera en política exterior, etc.
A su vez, considerando el contexto de una transición verde, el desarrollo del tren eléctrico es primordial. Y no hay nada más funcional a la casta, que dice combatir el PEN, que fortalecer a los sindicatos de camioneros privatizando trenes. No estoy contra los sindicatos, deben existir, pero sus elecciones internas deben ser revisadas por la Cámara Nacional Electoral para asegurar la transparencia del proceso, así serán objetivamente representativos del mapa electoral de la Argentina, no lo digo siendo adversario del justicialismo, no estoy a favor ni en contra de él, soy independiente, ningún partido me representa, solo yo mismo me represento a mí mismo, simplemente quiero transparentar la sociedad en la medida de las posibilidades reales, para que cuando se elija a un dirigente, no exista la posibilidad de que sospeche el ciudadano, de que tal o cual elección fue amañada.
Por otro lado, en relación a un video del New York Times, sobre una contaminación en Argentina, cabría recordar, si el presidente argentino Milei justificó en su momento la contaminación, con criterios economicistas propios de un fundamentalismo de mercado, el gobernador Kicillof, exponente del fundamentalismo estatista/estatismo bobo, y el intendente Ferraresi, permiten que la misma suceda. Sabíamos de las pocas habilidades como ministro de economía por parte de Kicillof, y de sus pocas habilidades oratorias al igual que el expresidente Macri, ahora también sabemos del gobernador sus pocas habilidades de gestión como gobernador. Como ministro, Kicillof dejó una inflación interanual de dos dígitos, superior al 20 %, cuando lo normal es tener una inflación interanual de un dígito y baja, y adoptar un enfoque expansivo en las depresiones y restrictivo cuando la tasa de inflación es alta, todo lo contrario a lo que hizo Kicillof cuando era ministro, que sobreestimulaba el consumo como si estuviésemos en 1929, provocando un desajuste en la economía y haciendo que el próximo gobierno hiciera las correcciones, correcciones que fueron mal hechas por el gobierno de Macri, llevando la inflación interanual a más del 50% en 2019, y el gobierno de Fernández dejando una superior al 200% en 2023. Parte de este fracaso económico, es responsable también el ex secretario de comercio Moreno, y el dirigente Grabois, que solicitaba más estímulos al consumo cuando gobernaba Fernández, cuando la situación económica requería todo lo contrario, un enfoque restrictivo. En todos estos desajustes, ha participado como se sabe Cristina Fernández de Kirchner, y si a estos desajustes, le sumamos la contaminación, es una gravedad importante, y estamos hablando no solamente de incompetencias económicas de la clase política argentina, que oscila entre el fundamentalismo estatista y el fundamentalismo de mercado, sino también de actos irresponsables, y que humildes ciudadanos como quien les habla, está un poco cansado, de personas irracionales, independientemente del signo partidario, y en lo particular, a mí los extremos no me gustan, ya que a veces se parecen en su dogmatismo e intolerancia.
Por otro lado, Equilibrio macroeconómico, tipo de cambio competitivo, inflación interanual de un dígito y baja, y la reducción de externalidades negativas, son cosas que Kicillof no cumplió como ministro de Cristina Fernández de Kirchner, como tampoco funcionarios que ha tenido dicha administración como Guillermo hashtag#Moreno, o la imprudencia del pedido irresponsable de más estímulos al consumo en un contexto de una inflación interanual de tres dígitos, como lo ha hecho el dirigente social Grabois en la presidencia de Fernández, o la irresponsabilidad del ex ministro Massa, en seguir estimulando el consumo en el contexto de una economía sobrecalentada, lo cual es una actitud completamente incongruente, temeraria, e inconsistente como política macroeconómica, ni hablar del desastre de Martín Guzmán y Alberto Fernández. En lo referente a las externalidades negativas, hoy tampoco Kicillof con Jorge Ferraresi, hace algo para reducir las externalidades negativas como la contaminación. La reducción de externalidades negativas, como los equilibrios macroeconómicos, o las leyes de oferta y demanda, no obedecen a cuestiones de tipo ideológicas, sino a cuestiones más objetivas y racionales. Quizá el problema es pedirle cierto grado de racionalidad a gente que no es racional, como el fundamentalismo estatista y heterodoxo de CFK, y el fundamentalismo de mercado de Milei. Uno ve a la economía como una expansión permanente, el otro como un ajuste permanente, cuando la economía requiere cierto enfoque restrictivo con las altas tasas de inflación y cierto enfoque expansivo en el contexto de las depresiones económicas, este tipo de cuestiones, como la reducción de externalidades negativas, las leyes de oferta y demanda, entre otras cuestiones, no obedecen a cuestiones ideológicas sino a cuestiones prácticas.
Autor: Emmanuel Ruarte
09/02/2025